Cuando el destino nos alcance

El cineclub de Gargantúa proyectó hace algunos días Soylent Green, una película de ciencia ficción del 73 que presenta una visión del mundo en un futuro distópico en el año 2022. Al final de la proyección se abrió un diálogo donde se cuestionaba la pertinencia de hablar de películas de hace 50 años que se imaginaban nuestro presente, ¿de qué sirve si ya sabemos que así exactamente no fue? 

Sirve porque compartimos preocupaciones a un nivel espiritual con quienes hace 50 años se imaginaron nuestra vida actual. Hay paralelismos interesantes entre el Monterrey actual y Soylent Green que cada quien tiene que encontrar y que a mí no me toca enlistar… este texto es una trampa para invitarte a que la veas, es de las películas con las que más hemos disfrutado malviajarnos. Si nos quieres acompañar en una reflexión asincrónica alrededor de esto, después de que veas la película regresa a la siguiente lista de instrucciones:

  1. Haz una reservación acá. Te recomendamos que elijas un horario en el amanecer

  2. En un plato, tazón, tela o servilleta sírvete más de 2 ingredientes que te gusten y que puedas comer mas tarde con las manos. Guárdalo y lleva también algo de tomar

  3. Llévate audífonos para escuchar esto, ponlo justo cuando empiece el horario de tu reservación 

  4. Cuando sea momento, sal por el pasillo y sube las escaleras 

  5. Siéntate en la banca y disfruta la comida que preparaste para ti, observa a las personas, los pájaros, trata de escuchar cualquier cosa que te hable de la vida 

Hace medio siglo se imaginaron que estaríamos pasando por escasez de agua y de comida, que viviríamos en un mundo totalmente controlado por la avaricia y el acaparamiento de recursos de unos pocos. Que cruzaríamos límites inimaginables y que nadie podría evitarlo por más que lo intentáramos.

También se imaginaron que la nostalgia por el pasado no vendría de las cosas materiales sino de naturaleza que ya no está, animales extintos, comida inaccesible o ingredientes que ya no están disponibles para todas las personas.

En la inmensidad en la que vivimos, es fácil abrumarnos por lo lejano que se ve el cambio y lo mucho que cuesta impulsarlo. Creemos en convertir parte de este sentimiento en preguntas que nos ayuden a conectar con las demás personas que están viviendo nuestro mismo presente (y el mismo pánico): ¿qué vale la pena proteger? ¿qué está mal priorizado? ¿qué cuidamos en conjunto sin darnos cuenta? ¿qué estamos dejando de cuidar?

En medio de esas conversaciones es donde creemos que están las pistas para entender mejor nuestro contexto inmediato. Hacemos comunidad afrontando juntxs los momentos de incertidumbre, organizándonos para cuidar nuestro hogar y aprendiendo a compartir el trabajo. Quienes tenemos el privilegio de contar con tiempo libre podemos destinarlo a buscar un sentido y un lugar para estas emociones que, sin darnos cuenta, estamos compartiendo. No es obligatorio, es una oportunidad de estar presentes y compartir esa presencia con las demás personas.

Necesitamos encontrar hitos entre identificar el problema y ponernos a trabajar en la solución, esos momentos pueden incluir una plática después de ver Soylent Green o el reconocimiento entre dos personas de un paisaje que valoramos desde ahorita que todavía lo tenemos.